En 2022, la electricidad en Kirguistán provino mayoritariamente de fuentes bajas en carbono, con la energía hidroeléctrica representando más del 73% del total. Esta gran dependencia de la energía hidroeléctrica destaca el compromiso del país con la generación de electricidad limpia. Sin embargo, Kirguistán también importó casi el 15% de su electricidad, lo que sugiere una dependencia significativa de las fuentes externas para satisfacer la demanda interna. Por otro lado, los combustibles fósiles, específicamente el carbón, representaron poco más del 12% del suministro eléctrico total, una cifra relativamente baja en comparación con la media global, lo cual es positivo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y combatir el cambio climático.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Kirguistán podría aprender de países que han implementado con éxito diferentes tecnologías de energía limpia. Por ejemplo, Dinamarca y Lituania han logrado generar una alta proporción de su electricidad mediante energía eólica, con casi el 60% y el 34% respectivamente. Esto sugiere que invertir en energía eólica podría ser una opción viable dado el potencial de recursos eólicos que el país podría explorar. Además, observar el uso exitoso de la energía solar en países con climas soleados, como Chile y Grecia, podría servir de guía para expandir esta tecnología en Kirguistán. Asimismo, aunque Kirguistán no tiene planes inmediatos para adoptar la energía nuclear, la experiencia de países de tamaño y circunstancias similares, como Armenia, que genera el 30% de su electricidad a partir de energía nuclear, podría proporcionar un modelo a seguir para diversificar las fuentes de energía limpia.
A lo largo de la historia reciente, la generación de electricidad baja en carbono en Kirguistán, particularmente la hidroeléctrica, ha mostrado variaciones significativas. Durante los años 90, hubo fluctuaciones, con incrementos notables de 2.6 TWh en 1994 y 2.2 TWh en 1999, pero también importantes disminuciones, como los 0.9 TWh en 1992. En las primeras dos décadas del siglo XXI, los cambios continuaron siendo variados con algunos aumentos importantes, incluyendo un incremento de 3 TWh en 2011 y 2.7 TWh en 2017. Sin embargo, también se registraron notables descensos, como el de 2.6 TWh en 2008 y 2.2 TWh en 2015. A pesar de estas fluctuaciones, la constante adaptación y cambios en la capacidad hidroeléctrica reflejan el esfuerzo del país por mantener y mejorar su generación de electricidad limpia, un aspecto crucial a medida que el mundo se enfrenta a los desafíos del cambio climático.