Actualmente, el consumo de electricidad en Tailandia depende en gran medida de los combustibles fósiles. Durante los últimos doce meses, desde julio de 2023 hasta junio de 2024, más de las tres cuartas partes de la electricidad provino de combustibles fósiles, con el gas representando cerca de un 60% y el carbón otro 14%. Las importaciones netas contribuyeron con aproximadamente un 14% del suministro, lo que también es una fuente significativa aunque no especificada en términos de carbono. En contraste, la electricidad baja en carbono solo constituye alrededor del 13% del total. Dentro de esta categoría, los biocombustibles representan cerca del 6%, mientras que la energía hidroeléctrica, la solar y la eólica aportan 2.7%, 2.5% y 1.7%, respectivamente.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Tailandia puede aprender de varios países exitosos en esta área. Por ejemplo, Francia y Eslovaquia obtienen más del 60% de su electricidad de fuentes nucleares. Del mismo modo, Dinamarca y Uruguay generan más del 30% de su electricidad a partir de la energía eólica. Implementar políticas similares de apoyo a la energía nuclear, eólica y solar podría ayudar significativamente a Tailandia a reducir su dependencia de los combustibles fósiles, que contribuyen al cambio climático y la contaminación del aire. Además, invertir en infraestructura y tecnologías de vanguardia, como lo han hecho países como Francia, Dinamarca y España, podría facilitar la transición hacia un sistema eléctrico más limpio y sostenible.
En la historia reciente de Tailandia, los cambios en la generación de electricidad baja en carbono han mostrado variaciones notables. En los años 80, la energía hidroeléctrica vio incrementos significativos en 1981, 1986 y 1989, pero sufrió caídas importantes en 1998 y 1999. El año 2000 marcó un repunte con un aumento considerable. En la última década, 2013 vio un aumento en los biocombustibles, y en 2016 hubo un incremento significativo en esta fuente, seguido de una caída en 2017. Cabe destacar el crecimiento de la energía eólica en 2019, lo que sugiere un posible cambio hacia fuentes más sostenibles. Estas fluctuaciones indican la necesidad de una política más estable y sostenida para fomentar un crecimiento constante en la generación de electricidad baja en carbono.