En el período comprendido entre octubre de 2023 y septiembre de 2024, la electricidad en Tailandia provino principalmente de combustibles fósiles, representando más de las tres cuartas partes del total, con el gas siendo el mayor contribuyente con casi el 60% y seguido por el carbón con casi un 14%. Las importaciones netas también jugaron un papel notable, sumando alrededor del 14% del total. Por otro lado, la electricidad baja en carbono contribuyó en una proporción considerablemente menor, apenas superando el 12% del total. Dentro del sector de baja emisión de carbono, los biocombustibles representaron cerca del 6%, mientras que las otras fuentes como la energía hidroeléctrica, solar y eólica sumaron menos del 3% cada una. Esta distribución revela una fuerte dependencia de fuentes de energía más contaminantes, lo que destaca la necesidad urgente de diversificar y aumentar la participación de la electricidad limpia en el mix energético de Tailandia.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Tailandia puede mirar ejemplos exitosos de otros países. Francia, por ejemplo, genera más de dos tercios de su electricidad a partir de energía nuclear, y solo otros países europeos como Eslovaquia y Ucrania también confían fuertemente en esta fuente, alcanzando el 60% y el 55% respectivamente. Por otro lado, Dinamarca lidera en la generación a partir del viento, contribuyendo al 59% de su electricidad. Si bien la energía nuclear no está actualmente presente en el mix energético de Tailandia, considerando su eficacia demostrada para reducir la dependencia de combustibles fósiles, adopción de esta tecnología, junto con una mayor inversión en energía eólica y solar, podría transformar el panorama energético de Tailandia hacia un futuro más sostenible y limpio.
La historia de la electricidad baja en carbono en Tailandia muestra variaciones significativas en la generación de energía hidroeléctrica a lo largo de los años. En la década de 1980, se vio un aumento constante en la contribución de la energía hidroeléctrica, incrementando en 1981, 1986 y 1989. Un crecimiento notable también se experimentó en los años 1995 y 2000. Sin embargo, los años subsiguientes presentaron declives en múltiples ocasiones, como en 1998, 1999, 2010 y 2015. Al mismo tiempo, los biocombustibles irrumpieron notablemente en 2013 y 2016, aunque con fluctuaciones en los años siguientes. Recientemente, en 2019, la energía eólica mostró un pequeño incremento, sugiriendo un potencial prometedor para su expansión futura. Dada esta trayectoria, hay un reconocimiento cada vez mayor de la importancia de diversificar las fuentes de electricidad baja en carbono y asegurar un crecimiento más estable y continuo en este sector.