En el año 2018, el consumo de electricidad en Curazao estuvo dominado por los combustibles fósiles, que representaron más del 70% del total, específicamente provenientes del petróleo. Sin embargo, cerca de un tercio del consumo de electricidad se generó a través de fuentes bajas en carbono. Dentro de estas fuentes limpias, la energía eólica fue la principal, contribuyendo con poco más de un cuarto de la generación total, mientras que la energía solar se quedó con una fracción mucho menor, alrededor del 2%. Esto ilustra una dependencia considerable de los combustibles fósiles, al tiempo que destaca el potencial y contribución de las tecnologías de energía baja en carbono ya existentes, como la eólica.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Curazao podría enfocarse en expandir su capacidad de energía eólica, que ya muestra un impacto significativo en su matriz eléctrica. Aprender de países exitosos en la implementación de energías limpias, especialmente aquellos que han logrado una penetración considerable de la energía eólica, como Dinamarca, que obtiene casi el 60% de su electricidad de esta fuente, puede ser de gran utilidad. La experiencia danesa destaca la importancia de políticas de apoyo y marcos regulatorios adecuados que permitan expandir eficazmente la capacidad eólica, algo que Curazao puede replicar para reducir su dependencia del petróleo y avanzar hacia un sistema energético más sostenible.
La historia de la electricidad baja en carbono en Curazao muestra un incremento gradual y cauteloso a lo largo de los años. Desde 1993 hasta el año 2000, la contribución de la energía eólica fue nula. Sin embargo, a partir del 2001 se empezaron a observar incrementos, aunque modestos. En 2013, la energía eólica sumó una pequeña cantidad a la generación y fue también el primer año que la energía solar estuvo presente mínimamente en la generación eléctrica. A pesar de la ausencia de incrementos significativos en los años subsiguientes, para 2018 la energía eólica volvió a mostrar un pequeño aumento, evidenciando una tendencia positiva aunque lenta hacia las fuentes de electricidad baja en carbono. Este patrón de crecimiento destaca la necesidad de acelerar la adopción de estas tecnologías limpias para capitalizar plenamente sus beneficios.