En Siria, el consumo de electricidad en 2022 estuvo dominado casi por completo por combustibles fósiles, representando un abrumador 96% del total. Dentro de esta categoría, el gas fue el mayor contribuyente, con más de un tercio del suministro eléctrico. En contraste, la electricidad baja en carbono tuvo una participación muy baja, de aproximadamente un 4%. De esa porción, la energía hidroeléctrica fue la principal fuente de energía baja en carbono, aunque su contribución apenas superó el 3%. Es evidente que Siria depende en gran medida de los combustibles fósiles para la generación de electricidad, mientras que la adopción de tecnologías limpias todavía está en una etapa incipiente.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Siria puede mirar las estrategias de países con situaciones similares o logros notables. Por ejemplo, el caso de Líbano, que ha logrado generar casi un tercio de su electricidad a partir de la energía solar, podría ser inspirador dados los recursos solares disponibles en la región. Además, países como Ucrania y Eslovaquia han sido muy exitosos en implementar proyectos nucleares, con más de la mitad de su electricidad proveniente de esta fuente, lo que muestra cómo la energía nuclear puede desarrollarse de manera efectiva incluso en contextos de infraestructura limitada. Aprender de estos ejemplos podría proporcionar a Siria una hoja de ruta para diversificar su mezcla energética, minimizando el uso de combustibles fósiles y mitigando los impactos medioambientales asociados.
La historia de la electricidad baja en carbono en Siria, particularmente la hidroeléctrica, muestra un patrón de crecimiento moderado con fluctuaciones significativas. En los años 80, la energía hidroeléctrica experimentó incrementos modestos. Sin embargo, en las décadas siguientes, el crecimiento no fue constante, con varios años de crecimiento negativo. Por ejemplo, en la década de 2000, hubo años con disminuciones marcadas en la producción hidroeléctrica, particularmente de 2002 a 2009. Después de 2010, las tendencias siguieron siendo inconsistentes, con algunas mejoras en 2010 y 2011, pero con caídas pronunciadas nuevamente a partir de 2014. Este historial destaca la necesidad de un enfoque más estable y estratégico en el desarrollo de fuentes de electricidad baja en carbono, lo que podría incluir la exploración de otras tecnologías como la solar y la eólica.