En 2022, el estado del consumo de electricidad en Siria está fuertemente dominado por los combustibles fósiles, representando más del 95% de la generación total de electricidad. Dentro de esta categoría, el gas es la fuente predominante, generando casi el 54% de la electricidad del país. Las fuentes de electricidad baja en carbono, aunque presentes, constituyen una fracción mucho menor, representando apenas el 4.6% de la generación total. La energía hidroeléctrica es la principal contribuyente entre las fuentes bajas en carbono, pero su participación apenas supera el 4%. Esta dependencia abrumadora de los combustibles fósiles no solo contribuye significativamente a las emisiones de dióxido de carbono y la contaminación del aire, sino que también deja al país vulnerable ante las fluctuaciones del mercado energético global.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Siria podría aprender de las estrategias de otros países que han tenido éxito en este ámbito. Por ejemplo, Ucrania, que comparte algunas similitudes con Siria en términos de retos económicos y geopolíticos, genera el 55% de su electricidad mediante energía nuclear. Desarrollar capacidades nucleares podría proporcionar a Siria una fuente de energía limpia y barata a largo plazo. Además, el uso de energía solar podría ser una opción viable, siguiendo el ejemplo de vecinos como Jordania, que genera el 15% de su electricidad a partir de la energía solar. Invertir en soluciones de energía eólica como lo han hecho Grecia y Turquía también podría diversificar aún más las fuentes de electricidad limpia.
Analizando la historia de la electricidad baja en carbono en Siria, podemos observar que la energía hidroeléctrica ha tenido altos y bajos considerables. En la década de 1980, se vio un aumento gradual en la generación hidroeléctrica, por ejemplo, un aumento de 0.3 TWh en 1982 y 0.5 TWh en 1984. Sin embargo, a partir de finales de la década de 2000, la tendencia ha sido generalmente negativa, con varias disminuciones importantes, especialmente entre 2015 y 2017, cuando experimentó una caída de casi 2 TWh en un solo año. Estos altibajos destacan la necesidad de diversificar y estabilizar el suministro de electricidad baja en carbono mediante la incorporación de otras fuentes más fiables y sostenibles como la nuclear, eólica y solar. Al hacerlo, Siria podría mitigar los impactos de las variables climáticas extremas que afectan la producción hidroeléctrica.