En 2022, el consumo de electricidad en Nicaragua se compone mayormente de fuentes de baja en carbono y de importaciones netas. Más de la mitad de la electricidad, un 56%, proviene de fuentes de baja en carbono, lo que representa una parte considerable en comparación con muchas otras naciones. Este grupo incluye geotérmica, eólica, hidroeléctrica, y biocombustibles, con geotérmica generando casi la mitad de esta electricidad limpia. Por otro lado, un cuarto de la electricidad de Nicaragua tiene su origen en combustibles fósiles, como el petróleo y el gas, conocidos por sus impactos negativos sobre el clima y la salud pública. Finalmente, las importaciones netas constituyen casi una quinta parte del suministro eléctrico total del país.
Para continuar aumentando la proporción de electricidad baja en carbono, Nicaragua podría enfocarse en expandir su capacidad de generación eólica, ya que este tipo de energía limpia ya juega un papel significativo en el país. Países como Uruguay y Dinamarca han logrado grandes avances en la energía eólica, generando 36% y 59% de su electricidad respectivamente desde este tipo de energía baja en carbono. Nicaragua podría beneficiarse de estudiar estos ejemplos para implementar políticas que favorezcan la inversión y desarrollo de infraestructura en energía eólica. Además, aunque actualmente la energía solar no tiene tanto protagonismo, países como Chile y Grecia han realizado inversiones significativas en este sector, alcanzando cifras de generación solar superiores al 20%, lo cual representa una oportunidad para Nicaragua que debería ser considerada.
La historia de la electricidad baja en carbono en Nicaragua muestra un camino de altibajos, pero con un impulso hacia adelante en las últimas décadas. La energía hidroeléctrica, que mostró fluctuaciones a lo largo de los años 70 y 80, tuvo disminuciones en ciertos años, pero también aumentos recurrentes, particularmente en los años 2000. El desarrollo geotérmico comenzó en 1984 y fue aumentando constantemente, evidenciado por los incrementos notables en 1989, 2012 y 2013. La energía eólica tuvo sus inicios en 2013 y continuó creciendo hasta 2018, aunque con ligeras disminuciones ocasionales. La incorporación de biocombustibles adicionales en la generación también se notó a partir de 2019. En general, Nicaragua ha visto un desarrollo incremental y relevante en sus fuentes de electricidad baja en carbono, marcando un camino hacia un futuro más limpio.