En 2022, Nicaragua generó un total de aproximadamente 5.3 TWh de electricidad. Más de la mitad de esta electricidad, o 2.95 TWh, provino de fuentes de energía baja en carbono, mientras que 1.35 TWh se generó utilizando combustibles fósiles. Adicionalmente, el país importó 1 TWh de electricidad. Al comparar con el promedio mundial, que es de 432 watts por persona, Nicaragua se encuentra en niveles considerablemente más bajos de generación de electricidad, lo que podría tener impactos negativos en su desarrollo económico y en la calidad de vida de su población. La dependencia de combustibles fósiles también genera preocupación debido a los efectos adversos sobre el clima y la salud pública.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Nicaragua podría expandir sus proyectos de energía eólica, ya que este tipo de tecnología ya contribuye significativamente en el país. Observando el éxito de otros países, podemos aprender lecciones valiosas. Por ejemplo, Brasil ha logrado generar 96 TWh de electricidad a partir de energía eólica, lo cual demuestra el enorme potencial que tiene esta fuente en países con características climáticas similares. Además, países como Alemania e India también han visto grandes beneficios al integrar tanto la energía eólica como la solar en su mix energético, alcanzando cada uno unos 137 TWh y 113 TWh respectivamente en energía eólica y solar.
La historia de la electricidad baja en carbono en Nicaragua muestra un esfuerzo constante pero con algunos altibajos. En la década de 1970, la energía hidroeléctrica fluctuó con incrementos y disminuciones de 0.2 TWh en varios años. En 1984, el país inició la generación de electricidad geotérmica con un incremento de 0.2 TWh, que se repitió en 1989. En los años 2000, la energía hidroeléctrica nuevamente tuvo variaciones, y finalmente, se empezaron a ver avances consistentes en energía eólica y geotérmica a partir de 2012 y 2013, con aumentos notables en generación. En 2020, la energía hidroeléctrica y eólica experimentaron fluctuaciones, mientras que se observó un incremento en el uso de biocombustibles en 2021. Esta trayectoria indica un claro interés en diversificar y aumentar las fuentes de energía limpia en el país.