En 2022, Nicaragua mostró un perfil interesante en cuanto a su consumo de electricidad. Más de la mitad de la electricidad consumida, un 56%, provino de fuentes de electricidad baja en carbono. De estas, un conjunto notable fue la energía eólica, con un aporte de aproximadamente 12%, y la geotérmica, con cerca del 14%. La energía hidroeléctrica también contribuyó con un 11%. En cuanto a los combustibles fósiles, representaron alrededor del 25% del suministro de electricidad, lo cual todavía es significativo y conlleva impactos negativos como el cambio climático y la contaminación del aire. Además de estas fuentes, casi una quinta parte de la electricidad del país, aproximadamente un 19%, fue importada, lo que demuestra una dependencia importante en el consumo energético.
Para fortalecer la generación de electricidad baja en carbono, Nicaragua debería considerar expandir su capacidad de energía eólica, ya que esta forma de energía limpia ya proporciona una fracción considerable de electricidad. Existen lecciones importantes que se pueden aprender de países como Dinamarca y Uruguay donde la energía eólica representa 59% y 33% de su generación de electricidad, respectivamente. Un enfoque centrado en la energía eólica podría ayudar a Nicaragua a reducir aún más su dependencia de los combustibles fósiles y a importar menos electricidad. Esta estrategia no solo contribuiría a la sostenibilidad medioambiental, sino que también podría estimular la economía local a través de inversiones en infraestructura y tecnología.
A través de su historia, Nicaragua ha mostrado avances en la adopción de electricidad baja en carbono. En la década de 1970, la energía hidroeléctrica tuvo altibajos, con aumentos en 1972 y caídas en 1977 y 1983. En los años 80 y 90, hubo un incremento en la generación de energía geotérmica, mientras que la energía hidroeléctrica experimentó fluctuaciones. El siglo XXI ha sido testigo de una expansión más notoria en energías bajas en carbono, especialmente con la adición de capacidad de generación eólica a partir de 2013 y una mejora continua en geotérmica. Este crecimiento refleja el compromiso de Nicaragua con un futuro más sostenible en el ámbito energético, sentando un precedente positivo para continuar con estas tendencias en el futuro.