En 2023, el consumo de electricidad en Nicaragua se caracterizó por una significativa proporción de generación de electricidad baja en carbono. Un poco más de la mitad de la electricidad del país provino de fuentes limpias, con la energía eólica, geotérmica, hidroeléctrica y biocombustibles jugando papeles destacados. En términos de generación convencional, los combustibles fósiles representaron poco más de una cuarta parte del suministro de electricidad, lo que contribuye al cambio climático y la contaminación del aire. Las importaciones netas constituyeron alrededor de un quinto del consumo total. Dentro de las opciones de energía baja en carbono, la energía eólica por sí sola generó un poco más del 10% de la electricidad, demostrando su posición significativa en la matriz energética del país.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Nicaragua podría enfocarse en expandir su capacidad de energía eólica ya que actualmente es un componente importante de su matriz energética limpia. Aprendiendo de países como Uruguay y Dinamarca, que generan el 28% y 52% de su electricidad a partir de este recurso respectivamente, Nicaragua podría potenciar su infraestructura eólica para obtener beneficios similares. Estos países han demostrado que, con las políticas adecuadas y el compromiso con las inversiones en energía eólica, es posible acercarse a una generación de electricidad netamente renovable y segura. Además, la experiencia de países como España, que han avanzado en energía solar, aunque en menor proporción, podría ofrecer valiosas lecciones sobre la diversificación de sus fuentes limpias.
La historia de la electricidad baja en carbono en Nicaragua muestra un patrón de expansión y ajuste a lo largo de las décadas. Desde los años 70, cuando la energía hidroeléctrica comenzó a integrarse, Nicaragua experimentó altibajos en esta área, con pequeñas adiciones y reducciones en diferentes años. A partir de los años 80, la energía geotérmica comenzó a contribuir modestamente al mix energético del país. No fue hasta la década de 2010 cuando se observó un esfuerzo más claro hacia la diversificación de sus fuentes bajas en carbono, con la integración de la energía eólica a partir de 2013 y sucesivos aumentos en biofuels en años recientes. Este historial refleja un compromiso creciente para aprovechar las ventajas de estas tecnologías limpias.