En el año 2022, el consumo de electricidad en Venezuela refleja una significativa dependencia de fuentes de energía baja en carbono, con más del 77% de la electricidad proveniente de esta categoría. Dentro de esta cifra, la gran mayoría corresponde a energía hidroeléctrica, que representa cerca de 78% del total de electricidad baja en carbono generada. En contraste, aproximadamente el 22% de la electricidad en el país es generada a partir de combustibles fósiles, principalmente gas con casi 16%. Esta distribución resalta la efectividad del país en el uso de energía hidroeléctrica, aunque todavía recurre en menor medida a fuentes de energía más contaminantes como los combustibles fósiles.
Para que Venezuela aumente la generación de electricidad baja en carbono, podría aprender de otros países que ya tienen una alta participación de estas fuentes. Uruguay es un ejemplo notable, generando 36% de su electricidad a partir de energía eólica, un avance que Venezuela podría emular gracias a sus propias condiciones favorables de viento. Además, la introducción y expansión de energía nuclear, siguiendo el modelo de Francia, que genera 67% de su electricidad a partir de esta fuente, podría ser otro camino prometedor. La diversificación con energía solar también es viable, considerando el éxito de Chile que obtiene 21% de su electricidad de este recurso. Implementar una combinación de estas estrategias diversificaría la matriz energética y reduciría aún más la dependencia de combustibles fósiles.
Históricamente, el desarrollo de electricidad baja en carbono en Venezuela ha sido impulsado principalmente por incrementos en la capacidad hidroeléctrica. Durante la década de los 80 y 90, hubo aumentos sustanciales, como en 1991 con un incremento de 7,6 TWh. Sin embargo, también ocurrieron retrocesos significativos, particularmente en 2010 y años recientes, donde se reportaron disminuciones de -9,2 TWh en 2010 y -8,5 TWh en 2019, entre otras. Estos patrones de alzas y bajas se reflejan en una dependencia crucial de la infraestructura hidroeléctrica actual, destacando la necesidad de expandir hacia otras formas de energía limpia para estabilizar y aumentar la generación de electricidad baja en carbono.