En Venezuela, en el año 2022, la generación de electricidad se basó en gran medida en fuentes de energía baja en carbono y combustibles fósiles. Más de dos tercios de la electricidad provino de fuentes limpias, específicamente 65.78 TWh de energía hidroeléctrica, ya que casi toda la producción baja en carbono fue hidroeléctrica (65.68 TWh). En comparación, los combustibles fósiles aportaron aproximadamente 18.88 TWh, con el gas constituyendo la mayor parte, alrededor de 13.25 TWh. Con una población de unos 29 millones de personas, la generación de electricidad por persona se sitúa en aproximadamente 309 watts, que es significativamente menor que el promedio global de 432 watts por persona. Estos bajos niveles de generación de electricidad pueden resultar en frecuentes apagones y limitaciones severas en la infraestructura y el desarrollo económico del país.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Venezuela debería mirar las estrategias utilizadas por otros países exitosos. China ha demostrado ser líder en energía eólica, generando 886 TWh, y energía solar con 584 TWh. Estados Unidos también es un buen ejemplo con una producción nuclear significativa de 775 TWh. Además, Brasil, un país socioeconómicamente más comparable, ha logrado importantes avances con la energía eólica, generando 96 TWh. Venezuela podría diversificar su matriz energética adoptando tanto la energía nuclear como la eólica y solar, utilizando la experiencia y los éxitos de estos países como guía. La adopción de estas tecnologías ayudaría a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la seguridad energética a largo plazo.
La historia de la electricidad baja en carbono en Venezuela muestra un énfasis casi exclusivo en la energía hidroeléctrica. Durante la década de 1980 y los años 1990, hubo aumentos significativos en la capacidad hidroeléctrica, con incrementos notables como 7.6 TWh en 1991 y 9.5 TWh en 2004. Sin embargo, también ha habido años de declive, notablemente en 2010 con una reducción de 9.2 TWh. Más recientemente, a partir de 2015, hubo disminuciones sustanciales, alcanzando una pérdida de 11.9 TWh en 2016. No obstante, en 2020, la energía hidroeléctrica experimentó una recuperación con un aumento de 12.9 TWh. A pesar de estos altibajos, la dependencia casi exclusiva de la energía hidroeléctrica resalta la urgencia de diversificar hacia otras formas de energía baja en carbono como nuclear, eólica y solar para asegurar una producción más estable y sostenible a futuro.