En el año 2022, la matriz de consumo de electricidad en Venezuela se caracterizó principalmente por una alta dependencia de fuentes de energía baja en carbono, representando un destacable 78% del total, casi toda proveniente de la energía hidroeléctrica. Esto significa que Venezuela ha logrado mantener una significativa proporción de su generación eléctrica de manera sostenible, contribuyendo de alguna manera a la lucha contra el cambio climático y la contaminación ambiental. Por otro lado, los combustibles fósiles, en particular el gas, aún representan un 22% de la generación eléctrica, lo que indica que hay espacio para seguir avanzando hacia un sistema más limpio y sostenible.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Venezuela podría aprender de países como Uruguay y Lituania, quienes han incorporado con éxito la energía eólica en su red eléctrica, ascendiendo a la generación de un 33% y 34%, respectivamente. Además, la experiencia de países como Francia y Eslovaquia en el desarrollo de energías nucleares sostenibles podría servir como ejemplo para diversificar su matriz energética y reducir aún más la dependencia de los combustibles fósiles. Integrar tecnología nuclear y eólica, beneficiándose del vasto potencial de los recursos naturales disponibles en el país, podría ser una estrategia clave para mejorar la sostenibilidad de su sistema eléctrico.
Históricamente, la producción de electricidad baja en carbono en Venezuela ha mostrado un crecimiento notorio, principalmente durante las décadas de los 80 y principios de los 90, cuando la producción de energía hidroeléctrica aumentó sustancialmente, como lo indican el incremento de 3.6 TWh en 1985 y de 7.6 TWh en 1991. Sin embargo, este crecimiento ha sufrido altibajos, con caídas considerables en varios años, especialmente entre 2010 y 2016 donde se registraron descensos de hasta 11.9 TWh en 2016. A pesar de esto, la recuperación en 2020, con un aumento de 12.9 TWh, muestra el potencial del país para reforzar su compromiso con las energías bajas en carbono, y representa una oportunidad para continuar con el impulso hacia una red eléctrica más limpia y eficiente.