En 2022, la gran mayoría de la electricidad en Irak se generó a partir de combustibles fósiles, con más del 90% del total proveniente de estas fuentes, siendo el gas responsable de casi dos tercios de la generación eléctrica. Esto refleja una alta dependencia de fuentes no sostenibles y contribuyentes al cambio climático y la contaminación del aire. En contraste, la generación de electricidad baja en carbono fue prácticamente nula. Apenas un poco más del 2% de la electricidad se originó de fuentes limpias, principalmente de la energía hidroeléctrica. Las importaciones netas de electricidad también jugaron un papel relativamente menor, contribuyendo con aproximadamente el 3% del suministro eléctrico.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Irak puede aprender de países que han tenido éxito en este ámbito. Países como Ucrania y Eslovaquia han adoptado una fuerte dependencia de la energía nuclear, que contribuye significativamente a sus matrices eléctricas. En estos países, más de la mitad de su electricidad proviene de nucleares. Países cercanos como los Emiratos Árabes Unidos, que han logrado que el 20% de su electricidad provenga de energía nuclear, ofrecen un buen ejemplo para Irak debido a similitudes regionales. Además, la capacidad para aprovechar la energía solar podría incrementarse, inspirándose en países como Jordania, donde el 15% de su electricidad proviene de esta fuente. Integrar una mezcla de energía nuclear y solar proporcionaría a Irak una base sólida para reducir su dependencia de los combustibles fósiles mientras se avanza hacia una producción de electricidad más limpia y sostenible.
La historia de la electricidad baja en carbono en Irak ha estado dominada por variaciones en la energía hidroeléctrica a lo largo de las décadas. A finales de los años 1980, hubo un aumento modesto de generación en 1987, seguido por una disminución significativa a inicios de los años 1990. A principios del siglo XXI, en 2005, Irak experimentó un auge considerable en la producción hidroeléctrica, incrementando en más de 5 TWh. Sin embargo, este crecimiento no se mantuvo constante, ya que hubo años intercalados de declive, como el disminuciones en 2008 y a lo largo de la década de 2010, donde solo hubo pequeños incrementos, como en 2016 y 2019. Este patrón de aumentos y disminuciones indica una infraestructura hidroeléctrica inestable, lo que resalta la necesidad de diversificar las fuentes de electricidad baja en carbono del país.