En 2022, Guatemala generó un total de 24,63 TWh de electricidad. Más de un tercio de esta electricidad provino de fuentes bajas en carbono, con 8,88 TWh provenientes de la energía hidroeléctrica, que generó 5,08 TWh, y biocombustibles con 2,89 TWh. Mientras tanto, los combustibles fósiles representaron una cantidad considerable, con 4,28 TWh provenientes principalmente del carbón (3,48 TWh). En comparación con el promedio global, el consumo de electricidad por persona en Guatemala es notablemente bajo, ya que la generación total de electricidad es significativamente menor que el promedio global de 432 watts/persona. Como resultado, las limitaciones en la generación de electricidad pueden afectar negativamente el desarrollo económico y la calidad de vida de la población.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Guatemala puede aprender de países que han tenido éxito en este ámbito. Por ejemplo, Brasil, un país latinoamericano con características socioeconómicas y climáticas similares, ha puesto un gran énfasis en la energía eólica, generando 96 TWh de electricidad. India y China también son ejemplos a considerar, ya que han hecho importantes avances en energía solar, generando 113 TWh y 584 TWh, respectivamente. Invertir en energía eólica y solar podría ser una estrategia eficiente dadas las condiciones climáticas favorables de Guatemala. Además, la construcción de plantas nucleares, como lo han hecho exitosamente países como Francia y Corea del Sur, proporcionaría una fuente de electricidad continua y baja en carbono.
La historia de la electricidad baja en carbono en Guatemala muestra fluctuaciones significativas en la generación, especialmente en la energía hidroeléctrica. En la década de 1980, hubo aumentos constantes con incrementos en 1986 y 1990. La energía hidroeléctrica continuó creciendo con algunos altibajos en las décadas siguientes, como una caída de 0.7 TWh en 2009 y fluctuaciones tanto negativas como positivas en los años posteriores hasta 2021. Los biocombustibles también han jugado un papel, con incrementos notables en 2010 y 2018, pero también reducciones, como en 2011 y 2017. En general, las últimas décadas han mostrado una tendencia variable pero crucial hacia la diversificación y el incremento de la generación de electricidad baja en carbono.