En 2022, el consumo de electricidad en Guatemala reflejó un interesante equilibrio entre fuentes de energía bajas en carbono y combustibles fósiles. Más de dos tercios de la generación eléctrica provino de fuentes bajas en carbono, lo que indica un fuerte compromiso con energías más limpias. La energía hidroeléctrica fue la principal, representando casi el 40% del total, mientras que los biocombustibles contribuyeron con poco menos de un cuarto, aproximadamente 22%. Energía eólica y geotérmica aportaron en pequeña escala, con alrededor del 2.5% cada una, y la solar representó cerca del 2%. Por otro lado, los combustibles fósiles aún desempeñaron un rol importante, generando cerca de un tercio de la electricidad, con el carbón como el principal responsable en este segmento, cercano al 26%.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Guatemala puede aprender de experiencias exitosas de otros países. Observamos ejemplos significativos de aumento en energías limpias, como el caso de Uruguay donde la energía eólica contribuye con un tercio de la generación eléctrica. Guatemala podría tomar ejemplo de Uruguay en la promoción y ampliación de la energía eólica. Además, Chile está explotando exitosamente la energía solar, generando un 22% de su electricidad de esta fuente, una estrategia que Guatemala también podría considerar dado su clima favorable. Énfasis en expandir tanto la energía solar como la eólica podría complementar y diversificar la matriz energética baja en carbono de Guatemala, reduciendo así la dependencia de los combustibles fósiles y mitigando sus efectos negativos sobre el cambio climático y la contaminación.
El desarrollo de la generación de electricidad baja en carbono en Guatemala ha experimentado diversas fluctuaciones a lo largo de las décadas. En los años 1980 y 1990, la energía hidroeléctrica creció moderadamente. Entre 2000 y 2010, hubo un crecimiento notable, especialmente en 2010 con un incremento tanto en energía hidroeléctrica como en biocombustibles. Sin embargo, la última década mostró algunos desafíos, con caídas significativas en la generación hidroeléctrica en 2015 y 2021. A pesar de estas fluctuaciones, 2017 y 2020 destacaron como años de recuperación, con aumentos considerables en la hidroeléctrica y cierta variación en los biocombustibles. Estos datos reflejan la importancia de seguir innovando y diversificando la matriz energética para asegurar un suministro sostenible y seguro en el futuro.