En Guatemala, la mayor parte del consumo de electricidad proviene de fuentes de baja en carbono, representando aproximadamente el 72% de la generación total. Dentro de estas fuentes, la energía hidroeléctrica tiene la mayor participación con algo más del 40%, seguida por los biocombustibles, que aportan casi un cuarto de la electricidad consumida. Otras fuentes de baja en carbono, como la energía eólica, geotérmica y solar, también contribuyen en pequeñas proporciones, cada una con participación cercana al 2%. Por otro lado, los combustibles fósiles representan alrededor del 25% de la generación eléctrica, siendo el carbón el principal contribuyente en esta categoría con un 17%. Además, las importaciones netas aportan un poco más del 3% al consumo total de electricidad.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Guatemala podría considerar la expansión de la energía solar y eólica, así como explorar la viabilidad de la energía nuclear. Chile, un país de la región con condiciones climáticas similares, genera un 22% de su electricidad a través de la energía solar, lo que resalta el potencial de esta fuente en Guatemala. Además, países europeos como Dinamarca han logrado generar más de la mitad de su electricidad a partir de la energía eólica, demostrando la viabilidad de expandir esta fuente. Por supuesto, la energía nuclear es otra opción con grandes beneficios demostrados por países como Francia y Ucrania, donde la mayor parte de su electricidad proviene de esta fuente sostenible y limpia.
Históricamente, Guatemala ha visto fluctuaciones significativas en la producción de electricidad baja en carbono, particularmente en la energía hidroeléctrica. En los años ochenta y hasta los años 2000, hubo aumentos notables en la producción hidroeléctrica, especialmente en 1986, 2003 y 2010. Sin embargo, ha habido declives marcados en las décadas recientes, con años como 2009 y 2023 experimentando reducciones considerables. En cuanto a los biocombustibles, ha habido un crecimiento más irregular, con aumentos notables en 2010 y 2021, pero con algunos años de descenso como 2011 y 2017. Este historial sugiere oportunidades para diversificar y estabilizar la producción renovada de electricidad baja en carbono en el futuro.