En 2024, más de un 95% del consumo de electricidad en Singapur proviene de combustibles fósiles, siendo el gas el principal contribuyente con un 92%. Este uso intensivo de fuentes fósiles contribuye significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero y a la contaminación del aire. Solo un pequeño porcentaje, casi el 5%, se origina en fuentes de electricidad baja en carbono. Dentro de este grupo, los biocombustibles y la energía solar son las principales fuentes, representando el 2.78% y el 2.13%, respectivamente. El uso predominante de combustibles fósiles refleja la necesidad de que Singapur transite hacia un sistema eléctrico más limpio y sostenible.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Singapur podría aprender de países como Dinamarca e Irlanda, que han logrado generar grandes porcentajes de su electricidad a partir de fuentes como la energía eólica. La implementación de infraestructuras dedicadas a este tipo de energías, junto con incentivos para el desarrollo de innovaciones tecnológicas en el sector, puede ser un camino fructífero. Además, la experiencia de Francia y Corea del Sur en el uso efectivo de la energía nuclear ofrece un modelo a seguir, maximizando la seguridad y eficiencia en la generación, mientras se minimizan las emisiones de carbono.
Históricamente, Singapur ha comenzado a incorporar energías bajas en carbono de manera gradual. Desde 1986, los biocombustibles han sido parte del mix energético, mostrando un leve incremento a lo largo de los años, aunque con algunos descensos menores. El aumento en la generación de energía solar es más destacado a partir de 2016, con incrementos continuos cada año hasta 2024. Estos cambios reflejan un enfoque progresivo hacia la diversificación de fuentes de electricidad, aunque todavía queda un largo camino por recorrer para reducir significativamente la dependencia de los combustibles fósiles.