En 2022, el consumo de electricidad en Belice presentaba una dependencia significativa de las importaciones netas, que constituyeron casi la mitad del suministro total, con un 47.46%. La electricidad baja en carbono representó más de un 40% del total, destacando los biocombustibles con más de una cuarta parte y la energía hidroeléctrica con aproximadamente un 14%. La energía solar, aunque presenta un menor impacto, contribuyó con alrededor del 2%. Es relevante mencionar que la generación a partir de combustibles fósiles se mantuvo alrededor del 10%, lo que implica un margen para la reducción en esta área a medida que Belice busca avanzar hacia una matriz energética más limpia y sostenible.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Belice podría considerar aprender de países que han tenido éxito en la adopción de energías limpias. Por ejemplo, la experiencia de Dinamarca, donde la energía eólica representa casi el 60% de su generación eléctrica, y Uruguay, que también ha logrado generar un tercio de su electricidad a partir del viento, podrían ser modelos a seguir dado su perfil similar al de Belice. Además, la energía solar, con ejemplos de adopción en países como Grecia, Chile y Australia, donde el 20% o más de la electricidad proviene de esta fuente, representa una opción viable para Belice debido a su clima favorable. Esta estrategia no solo reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también fortalecería la independencia energética del país.
Mirando hacia atrás, la historia de la electricidad baja en carbono en Belice muestra un progreso modesto pero significativo. A principios de la década de 2000, se observaron formulaciones lentas con incrementos pequeños en la generación de electricidad hidroeléctrica, como en el año 2000 y de nuevo en 2006. A partir de 2010, se incrementó la generación con biocombustibles y energía hidroeléctrica, aunque con fluctuaciones hacia 2013 donde se experimentó una leve disminución en los biocombustibles. Sin embargo, en 2020, se registró una significativa disminución de 0.2 TWh en energía hidroeléctrica, indicando áreas donde se podría enfocar una estrategia más sólida para el crecimiento sostenible de la generación baja en carbono. Esto sugiere que, aunque ha habido avances, todavía queda un amplio potencial para expandir las inversiones en tecnología e infraestructura verde.