Actualmente, Nueva Zelanda se destaca por obtener más del 85% de su electricidad de fuentes de energía baja en carbono. Principalmente, la energía hidroeléctrica suministra más de la mitad de esta electricidad baja en carbono, con un 52.9% del total. La energía geotérmica sigue con casi una quinta parte, un 19.86%, y la energía eólica complementa con casi un décimo, un 9.9%. En contraste, menos del 15% de su electricidad proviene de combustibles fósiles, con el gas representando cerca de 9.45% y el carbón un 5.4%. Estos esfuerzos reflejan un considerable avance en la reducción de la dependencia de fuentes fósiles. No obstante, para lograr la electrificación de sectores clave como el transporte, la calefacción y la industria, se requerirá un aumento significativo en la generación de electricidad baja en carbono.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Nueva Zelanda puede centrarse en la expansión de su capacidad eólica y, potencialmente, en la incorporación de la energía nuclear. La energía eólica ha sido una opción importante y su contribución podría ampliarse mediante inversiones en nuevas instalaciones que aprovechen los fuertes vientos del país. Asimismo, aunque Nueva Zelanda no cuenta actualmente con energía nuclear, considerarla podría proporcionar una fuente continua y fiable que complementa la variabilidad de la energía eólica y ayuda a satisfacer las crecientes demandas energéticas de manera sostenible y segura.
La historia de la electricidad baja en carbono en Nueva Zelanda ha sido dominada por la energía hidroeléctrica, con fluctuaciones notables en su generación. Durante los años 1970 y 1980, se observaron cambios significativos, como en 1975 y 1979, cuando hubo aumentos de 2.7 y 2.5 TWh respectivamente, aunque también se registraron disminuciones como en 1976 y 1992, con 1.9 y 1.8 TWh menos. En los primeros años del siglo XXI, la hidroelectricidad continuó mostrando variaciones, como en 2002 y 2004, con incrementos de 3.2 y 3.6 TWh respectivamente, pero luego declinaciones en 2005 y 2012. Recientemente, en 2024, ha habido una disminución de 2.7 TWh. Estas variaciones históricas subrayan la necesidad de diversificar y estabilizar la matriz eléctrica con otras fuentes bajas en carbono, buscando así capacidades más previsibles y menos susceptibilidad a los cambios climáticos y de consumo.