Nueva Zelanda ha logrado un notable avance en la generación de electricidad baja en carbono, obteniendo más del 83.3% de su electricidad de fuentes limpias. La energía hidroeléctrica es la mayor contribuyente, suministrando más de la mitad de la electricidad del país. Mientras tanto, la energía geotérmica proporciona casi una quinta parte de la electricidad, seguida por la energía eólica que aporta cercanamente al 9%. En contraste, los combustibles fósiles aún representan más del 16% de la electricidad, con el gas representando aproximadamente el 10% y el carbón algo más del 6%. Sin embargo, Nueva Zelanda debe mantener sus esfuerzos para aumentar la electrificación de sectores como el transporte, la calefacción y la industria, lo cual demandará un incremento significativo en la generación de electricidad.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Nueva Zelanda puede poner un mayor énfasis en la expansión de la energía eólica y solar, ya que estas tecnologías son tanto sostenibles como efectivas para reducir las emisiones. Podrían aprovecharse de la abundancia de recursos naturales del país para instalar más parques eólicos y paneles solares, especialmente en áreas con condiciones climáticas favorables. Además, integrar la energía nuclear podría ser una estrategia efectiva a largo plazo para asegurar una fuente de energía estable y baja en emisiones. Esto no solo aseguraría un suministro energético confiable, sino que también reduciría la dependencia de los combustibles fósiles que contribuyen al cambio climático y la contaminación del aire.
Históricamente, Nueva Zelanda ha experimentado diversas fluctuaciones en la generación de electricidad hidroeléctrica. En la década de los años 70, la producción tuvo subidas y bajadas, alcanzando un significativo incremento en 1975 con 2.7 TWh, seguido de una caída de 1.9 TWh en 1976. La década de los 80 mostró un crecimiento más constante, con aumentos notables en 1983 y 1986, donde la hidroeléctrica incrementó en más de 2 TWh cada uno de esos años. En los años 90, la tendencia continuó con variaciones significativas, evidentes en 1993, 1994 y nuevamente en 1998. En el siglo XXI, los años alrededor de 2002 y 2004 vieron un aumento significativo, especialmente en 2004 con un incremento de 3.6 TWh, pero también enfrentaron caídas como en 2005. Estos sucesos resaltan la necesidad de diversificar las fuentes de energía baja en carbono, considerando la introducción y expansión de energía nuclear y otras opciones sostenibles para asegurar un suministro eléctrico estable y limpio.