Actualmente, Nueva Zelanda está haciendo notables progresos en su consumo de electricidad con una impresionante cifra del 83.47% proveniente de fuentes bajas en carbono. De este total, más de la mitad corresponde a energía hidroeléctrica, con un 54.06%, y casi un quinto proviene de energía geotérmica, con un 18.65%. Además, la energía eólica contribuye con un 8.69% y los biocombustibles con un 1.47%. En contraste, la participación de los combustibles fósiles es considerablemente menor, representando un 16.45% del total, donde el gas y el carbón tienen participaciones de 9.33% y 7.12% respectivamente. Este notable progreso hacia un modelo de electricidad más limpia es una base sólida para el siguiente desafío de Nueva Zelanda: electrificar otros sectores como el transporte, la calefacción y la industria, lo que inevitablemente demandará una mayor cantidad de electricidad.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Nueva Zelanda puede considerar varias estrategias. Primero, expandir la capacidad de energía eólica y geotérmica, ya que ambas fuentes han demostrado ser fiables y sostenibles. Además, la instauración o el aumento de proyectos de energía solar puede complementar estas fuentes, maximizando la generación de electricidad en diferentes condiciones climáticas y horarios. La inversión en tecnología nuclear también puede ser una solución efectiva y confiable a largo plazo debido a su capacidad para generar grandes cantidades de electricidad sin emisiones de gases de efecto invernadero. Todas estas estrategias no solo ayudarán a satisfacer la creciente demanda de electricidad, sino que también contribuirán a la lucha contra el cambio climático y la reducción de la contaminación del aire.
La historia de la electricidad baja en carbono en Nueva Zelanda muestra un patrón de aumentos y reducciones en la generación de energía hidroeléctrica a lo largo de varias décadas, con varios años de crecimiento y declives notables. En la segunda mitad de los años 70, la energía hidroeléctrica experimentó variaciones: 2.7 TWh en 1975, -1.9 TWh en 1976, y 2.5 TWh en 1979. A principios de los años 80, se registraron incrementos significativos: 2.2 TWh en 1983 y 2.1 TWh en 1986. Sin embargo, la década de los 90 fue especialmente volátil con fluctuaciones significativas, incluyendo un descenso de -2.9 TWh en 1997 y un aumento de 2.1 TWh en 1998. La primera década del siglo XXI también mostró variaciones, con una notable reducción de -3.9 TWh en 2005 seguida de un aumento de 1.9 TWh en 2009. En tiempos más recientes, 2022 y 2023/2024 vieron incrementos y disminuciones de 1.9 TWh y -1.8 TWh, respectivamente. Este historial destaca la importancia de diversificar las fuentes de energía bajas en carbono para mantener una generación de electricidad más estable y sostenible en el futuro.