En el año 2023, el estado de consumo de electricidad en Perú muestra que la generación total alcanza aproximadamente 89 TWh. De esta cifra, más de la mitad proviene de fuentes de energía baja en carbono (casi 69 TWh) tales como la energía hidroeléctrica (31.51 TWh), eólica (2.23 TWh), y otras fuentes limpias (35.28 TWh). En contraste, la electricidad generada a partir de combustibles fósiles, principalmente gas, representa alrededor de 49 TWh (24.65 TWh de fósil y 23.71 TWh de gas). Comparado con el promedio global de consumo eléctrico de 432 vatios/persona, Perú está significativamente por debajo, lo que puede limitar el desarrollo económico y llevar a una mayor dependencia de otras fuentes de energía más contaminantes.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Perú puede aprender de las exitosas estrategias implementadas por otros países. Por ejemplo, China ha logrado generar una cantidad significativa de electricidad a partir de energía eólica (886 TWh) y solar (584 TWh), lo cual representa un modelo a seguir para complementar la actual capacidad hidroeléctrica de Perú. Además, países como Brasil, un vecino sudamericano similar en términos de recursos naturales, ha incrementado su capacidad eólica a 96 TWh. Estos ejemplos sugieren que Perú podría enfocarse en expandir su infraestructura para proyectos eólicos y solares, tomando en cuenta el éxito de estos países en diversificar su mix de electricidad con fuentes limpias y sostenibles.
La historia de la electricidad baja en carbono en Perú, basada en la energía hidroeléctrica, indica varios incrementos y algunos descensos notables. En la década de 1980, hubo pequeños aumentos, como el de 1 TWh en 1981 y incrementos menores en años posteriores. En los años 1990, hubo fluctuaciones importantes, con un incremento de 2.1 TWh en 1993 seguido por varios años de aumentos menores y disminuciones. Desde el año 2000, se observa una tendencia de crecimiento más consistente, incluyendo un notable aumento en 2017 de casi 5 TWh. A pesar de estos avances, hubo algunas disminuciones como las de 2004 y 2020. Estos datos históricos subrayan la importancia de seguir invirtiendo en infraestructura y políticas que aseguren un crecimiento estable y sostenible en la generación de electricidad baja en carbono.