En el periodo comprendido entre agosto de 2023 y julio de 2024, el consumo de electricidad en Perú ha mostrado una fuerte dependencia de las fuentes limpias, con más de la mitad, específicamente un 58,37%, proveniente de la electricidad baja en carbono. Al desglosar esta cifra, la energía hidroeléctrica se destaca con el 50,4%, mientras que las fuentes eólicas y solares contribuyen con un 5,45% y 1,94% respectivamente. En cuanto a los combustibles fósiles, ocupan un 41,63% del total, con el gas como el principal contribuyente dentro de esta categoría con un 40,72%. Esta distribución refleja un significativo avance hacia el uso de fuentes limpias, pero aún existe un considerable porcentaje de energía basado en combustibles fósiles.
Para que Perú continúe incrementando su generación de electricidad baja en carbono, sería beneficioso aprender de la experiencia de otros países que han logrado significativos avances. Países como Uruguay y Dinamarca han desarrollado una robusta capacidad de energía eólica, con el 36% y 59% respectivamente de su electricidad generada a partir de este tipo de energía. Además, la tendencia global apunta hacia el fortalecimiento de la energía nuclear. Francia, con un 67% de generación nuclear, y otros países europeos como Eslovaquia y Ucrania, que también tienen una proporción significativa de su electricidad de fuentes nucleares, demuestran cómo esta fuente puede complementar las energías eólicas y solares para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y así mitigar los efectos del cambio climático.
Históricamente, Perú ha tenido fluctuaciones notables en su producción de electricidad a partir de fuentes limpias. Desde los inicios de los años ochenta, la energía hidroeléctrica ha sido la piedra angular, con incrementos en varios años como 1981 y 1993. Sin embargo, también han ocurrido reducciones, como en 1992 y más recientemente en el año 2024. La energía eólica, por otro lado, ha empezado a contribuir más recientemente, con un aumento significativo de 1 TWh en el mismo periodo 2023/2024. Estos patrones muestran un compromiso con el crecimiento de la infraestructura de energías limpias, aunque se necesita una estrategia clara para asegurar un crecimiento sostenido y diversificación en la combinación de fuentes bajas en carbono.