En Perú, durante el período comprendido entre noviembre de 2023 y octubre de 2024, la electricidad baja en carbono representa poco más del 60% del consumo total, destacando el importante papel de la energía hidroeléctrica con más del 50%. Los combustibles fósiles, principalmente el gas, comprenden alrededor del 40%, lo que resalta la dependencia todavía significativa de fuentes que contribuyen al cambio climático y a la contaminación del aire. Dentro de las fuentes limpias más modernas, la energía eólica y solar se encuentran en sectores menos dominantes, con un 6% y 2% respectivamente. Estas cifras subrayan la necesidad de continuar avanzando hacia fuentes más sostenibles y limpias para el suministro eléctrico.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Perú podría seguir el ejemplo de países que han tenido éxito en diversificar sus fuentes de energía. Por ejemplo, Uruguay, con aproximadamente un tercio de su electricidad proveniente del viento, representa un modelo a seguir para desarrollar significativamente este tipo de energía en entornos adecuados. Asimismo, la experiencia de países como Francia y Eslovaquia, donde la energía nuclear representa más de la mitad de su producción eléctrica, ofrece valiosas lecciones sobre cómo integrar eficientemente esta fuente limpia en la matriz energética, combatiendo los efectos negativos de los combustibles fósiles y promoviendo un aire más limpio.
Históricamente, el desarrollo eléctrico de baja en carbono en Perú ha tenido altibajos significativos. Durante los años 80 y 90, las fluctuaciones anuales en la energía hidroeléctrica fueron comunes, con ciertos años como 1992 experimentando una notable disminución de 1.8 TWh. Desde esos altibajos iniciales, la década de los 2000 y más allá vio un crecimiento más constante, notablemente en 2017, con un notable incremento de 4.9 TWh en la generación hidroeléctrica. En el pasado reciente, el crecimiento ha incluido avances en la energía eólica, con un impulso de 1.5 TWh en 2024, a pesar de una ligera caída nuevamente en la producción hidroeléctrica. Estos desarrollos sugieren una tendencia hacia la diversificación en la adopción de energías limpias, un aspecto vital para el futuro energético sostenible del país.