En Irán, la electricidad se genera principalmente a partir de combustibles fósiles, que representan el 94% de la producción total en 2023. El gas representa una gran parte de esta energía de combustibles fósiles, con un 83.52%. En contraste, la generación de electricidad baja en carbono es bastante baja, solo el 5.96% de la producción total de electricidad. Entre las distintas formas de energía baja en carbono, la energía hidroeléctrica representa casi el total, siendo del 5.96%.
Si se quiere aumentar la generación de electricidad baja en carbono en Irán, se pueden tomar como ejemplo países que han tenido éxito en este campo. Francia y Eslovaquia obtienen más del 60% de su electricidad de fuentes nucleares, mientras que Dinamarca genera la mayor parte de su electricidad a partir de energía eólica. En términos más generales, varias naciones han podido diversificar su producción de electricidad baja en carbono a través de una combinación de fuentes nucleares, eólicas y solares. Esta diversificación puede servir como un modelo para Irán, ya que puede disminuir su dependencia de los combustibles fósiles y aumentar la resiliencia de su sistema energético.
La historia de la generación de electricidad baja en carbono en Irán ha sido irregular. En la década de 1990, la producción de energía hidroeléctrica experimentó aumentos y disminuciones. En 2008, hubo una disminución significativa en la generación de energía hidroeléctrica, que se recuperó parcialmente en los años siguientes. Sin embargo, desde 2018, la generación de energía hidroeléctrica ha disminuido notablemente, tanto que prácticamente se contrarrestó el notable aumento de 2019. Al mismo tiempo, la generación de energía nuclear, que se introdujo en 2013, ha mostrado un crecimiento prometedor, aunque también ha experimentado algunas disminuciones, como en 2021. Pese a estas fluctuaciones, la generación de electricidad baja en carbono persiste y parece estar en una trayectoria creciente, incluso si el camino hacia el futuro sostenible es complicado.