En el periodo entre julio de 2023 y junio de 2024, el consumo de electricidad en Irán se ha caracterizado por una abrumadora dependencia de combustibles fósiles, que representan más del 94% de la producción de electricidad, siendo el gas el principal contribuyente con un 82%. Por otro lado, la generación de electricidad baja en carbono es bastante escasa, constituyendo únicamente el 5.38% de la producción total, proveniente completamente de la energía hidroeléctrica. Esta dependencia de los combustibles fósiles no solo contribuye al cambio climático y a la contaminación del aire, sino que también presenta un riesgo para la sostenibilidad a largo plazo del suministro eléctrico del país.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Irán podría aprender de países que han tenido éxito en este ámbito. Por ejemplo, países como Ucrania y la República Checa han logrado generar más de la mitad de su electricidad a partir de la energía nuclear. Aunque Irán ya tiene alguna capacidad nuclear, expandir su infraestructura nuclear podría ser un paso significativo hacia la reducción de su dependencia de los combustibles fósiles. Además, considerar el desarrollo de fuentes eólicas y solares podría diversificar aún más su portafolio energético, al igual que han hecho países como Dinamarca y Uruguay, donde la energía eólica representa un porcentaje importante del mix eléctrico.
Históricamente, la generación de electricidad baja en carbono en Irán ha sido inestable. En los años 90, particularmente desde 1992, la energía hidroeléctrica experimentó algunos incrementos y disminuciones significativas, como en 1994 y 1999, cuando se registraron caídas de 3.6 y 2.3 TWh, respectivamente. Luego, en la década del 2000, hubo periodos de crecimiento positivo, especialmente en 2006 con un aumento de 4.1 TWh. Sin embargo, esa variabilidad continuó con una fuerte caída de 10.5 TWh en 2008. En años más recientes, la energía nuclear mostró un desarrollo más constante, con incrementos de 2.8 TWh tanto en 2013 como en 2016, aunque en 2021 hubo una notable reducción de 2.8 TWh. Si bien Irán ha hecho avances, la historia revela la importancia de una planificación consistente y a largo plazo para estabilizar y aumentar su capacidad de electricidad baja en carbono.