En Panamá, en el año 2023, más de la mitad de la electricidad consumida proviene de fuentes de energía baja en carbono, representando aproximadamente el 62% del total. De este porcentaje, la mayor parte, es decir, casi el 48% del total, se genera a partir de energía hidroeléctrica. Entre las fuentes de energía baja en carbono, la energía eólica y la solar también aportan, aunque de manera más modesta, con cerca del 7% cada una. En contraste, los combustibles fósiles proporcionan el 38% del suministro eléctrico del país, con el gas como el principal contribuyente de esta categoría representando casi el 22%. Esta mezcla energética demuestra un claro compromiso hacia las fuentes limpias, pero también evidencia una dependencia significativa de los combustibles fósiles que podría ser reducida aún más.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Panamá podría inspirarse en los modelos de éxito de otros países. La expansión de la energía eólica ha sido significativa en países como Dinamarca, donde esta fuente representa más de la mitad de la producción eléctrica, así como en Uruguay e Irlanda, con un tercio de su electricidad proveniente de viento. Además, Panamá podría considerar el desarrollo de energía nuclear, siguiendo el ejemplo de países como Francia y Eslovaquia, que generan alrededor del 68% y 62% de su electricidad de fuentes nucleares, respectivamente. La implementación de estos tipos de energías ayudaría a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y a conseguir un sistema eléctrico más sostenible a largo plazo.
La historia de la electricidad baja en carbono en Panamá ha estado marcada principalmente por la energía hidroeléctrica, con algunos altibajos significativos en las últimas décadas. Desde finales de la década de 1970 hasta principios de la década de 2000, se produjeron incrementos regulares en la producción hidroeléctrica, con algunos años en los que la producción experimentó descensos ocasionales pero significativos, como en 1998 y 2001. Sin embargo, a partir de 2002, la generación hidroeléctrica mostró repuntes importantes, especialmente en 2012 y 2015. En años recientes, en 2019 y 2023, se observaron disminuciones notables en la producción hidroeléctrica, aunque en 2020 hubo un aumento considerable. Estos cambios indican la volatilidad de la dependencia casi exclusiva de la hidroeléctrica, destacando la necesidad de diversificar aún más las fuentes de electricidad baja en carbono para asegurar un suministro más estable y resiliente para el futuro.