En el año 2024, el panorama del consumo de electricidad en Túnez está dominado abrumadoramente por los combustibles fósiles, representando estos más del 85% de la electricidad utilizada, con el gas siendo la fuente predominante. Importan cerca del 11% de su electricidad neta, lo que indica una dependencia externa no desdeñable. La electricidad baja en carbono, que incluye solar y eólica, representa poco más del 3% del total. Dentro de esa cifra, la energía solar contribuye con un poco más del 2%, mientras que la eólica aporta alrededor del 1.4%, lo que pone de manifiesto la capacidad todavía limitada de generación de fuentes limpias.
Para mejorar su generación de electricidad baja en carbono, Túnez puede inspirarse en países como Marruecos y Grecia, que han sabido incrementar significativamente su capacidad de energía eólica y solar, respectivamente. Marruecos, con un 21% de su electricidad proviniendo del viento, y Grecia, que obtiene un 21% de su electricidad del sol, representan ejemplos cercanos y alcanzables de cómo diversificar la matriz eléctrica. Además, países como Francia y Ucrania demuestran el éxito de la energía nuclear al atender más de la mitad de sus requerimientos de electricidad a través de esta fuente, sugiriendo que la inversión en energía nuclear podría ser igualmente beneficiosa para Túnez.
Históricamente, la adopción de electricidad baja en carbono en Túnez ha sido gradual y con algunas fluctuaciones. En las décadas de los años 80 y 90, la energía hidroeléctrica experimentó pequeños aumentos anuales modestos. Sin embargo, los avances más recientes se han centrado en la integración de energía eólica y solar. En el último par de décadas, la energía eólica mostró incrementos esporádicos desde 2009, pero presentó retrocesos en 2015 y nuevamente en 2022. Por otro lado, la solar ha tenido aumentos notables en 2021 y 2023 pese a un ligero declive en 2019, indicando un compromiso renovado con las tecnologías limpias más sostenibles.