Actualmente, en la República Dominicana, la electricidad se genera abrumadoramente a partir de combustibles fósiles, representando más de cuatro quintos de la producción total. De esta cantidad, casi la mitad proviene de gas y un poco menos de un tercio del carbón. La generación de electricidad baja en carbono es significativamente menor, con cerca de un 17% del total. La energía hidroeléctrica representa poco más del 6%, mientras que la solar contribuye con casi el 6% y la eólica con alrededor del 4%. Estos datos cubren el periodo de octubre de 2023 a septiembre de 2024, lo cual demuestra la dependencia del país en fuentes tradicionales de energía ante la resurgente preocupación global por el cambio climático y la contaminación del aire.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, la República Dominicana podría aprender de países que han integrado efectivamente estas tecnologías. Por ejemplo, Uruguay e Irlanda han logrado generar alrededor de un tercio de su electricidad a partir de energía eólica, lo que podría ser un ejemplo a seguir dado el potencial eólico del país caribeño. Además, el aumento de la generación solar podría beneficiarse del uso eficiente de políticas e instalaciones similares a las de países soleados como Chile o el mismo Grecia, donde la energía solar también contribuye notablemente. La diversificación hacia la energía nuclear, como han hecho países como Eslovaquia o Francia donde más de la mitad de su electricidad es generada de esta forma, también podría ser explorada como una solución sostenible y efectiva a largo plazo para alcanzar un sistema eléctrico más limpio.
Históricamente, la República Dominicana ha visto fluctuaciones en su capacidad de generación de energía hidroeléctrica desde 1976. En la segunda mitad de la década de 1980 y principios de los 90, hubo notables incrementos y decrementos en la generación, dadas las variaciones en las condiciones hidráulicas. Durante el nuevo milenio, hubo un pequeño repunte en el 2004, seguido por un periodo de estabilidad con leves incrementos y descensos. A partir de 2016 se observó un impulso en la energía baja en carbono con la introducción de la energía eólica en 2020 y más recientemente la solar en 2023. A pesar de estos avances, aún queda un largo camino por recorrer para transitar significativamente hacia un sistema eléctrico más sustentable, proporcionando oportunidades para la innovación y expansión de tecnologías más limpias.