El consumo de electricidad en Egipto se caracteriza por una dependencia predominante de combustibles fósiles. Según nuestro modelo de previsión, que se basa en datos reales de los primeros cinco meses de 2023 y datos previstos para los siguientes tres meses, más de las tres cuartas partes de la electricidad proviene del gas. En conjunto, los combustibles fósiles representan casi el 89% del total de la electricidad generada. En contraste, la electricidad baja en carbono constituye cerca de una octava parte, donde la energía hidroeléctrica participa con algo más del 6%, seguida de la energía eólica y solar con aproximadamente el 3% cada una. Este panorama subraya la importancia de hacer una transición hacia fuentes de energía más limpias para mitigar el impacto ambiental asociado a la generación eléctrica con combustibles fósiles.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, Egipto puede aprender de otros países que han implementado con éxito tecnologías limpias. Por ejemplo, Dinamarca ha demostrado un tremendo éxito en la generación de electricidad a partir de la energía eólica con más de la mitad de su generación eléctrica, mientras que países con características similares a Egipto, como Grecia, han ampliado su uso de la energía solar alcanzando cerca del 22% de su electricidad. Además, la energía nuclear también se presenta como una opción viable, dado el éxito de países como Francia, donde la energía nuclear proporciona casi dos tercios de la electricidad. Invertir en infraestructura para energía solar, eólica y nuclear puede proporcionar a Egipto un suministro eléctrico más limpio y sostenible.
A lo largo de las décadas, Egipto ha visto fluctuaciones en la generación de electricidad baja en carbono. Durante la década de 1980 y 1990, hubo varios cambios en la producción hidroeléctrica, con incrementos modestos en 1989 y finales de los años 1990. No obstante, en 2003 y años recientes desde 2009, la producción hidroeléctrica registró declives significativos. En términos de energía eólica y solar, desde 2015 se han visto incrementos notables, especialmente en 2019 y 2020, con un aumento notable de la generación solar en 2020. Aunque estos esfuerzos son un avance positivo, la caída ocasional en la producción hidroeléctrica resalta la necesidad de diversificar y reforzar el sector de electricidad baja en carbono.