Actualmente, el consumo de electricidad en Egipto está dominado en su mayoría por fuentes de combustibles fósiles, que representan más del 88% de la electricidad generada, con el gas siendo el principal contribuyente con más del 81%. Este análisis se basa en nuestro propio modelo de pronóstico que utiliza datos reales para los primeros cinco meses del año 2023 y datos pronosticados para los siguientes tres meses. La participación de las fuentes de energía bajas en carbono es mucho menor, aunque aún significativa, comprendiendo un poco más del 11% de la generación eléctrica total del país. Dentro de estas fuentes bajas en carbono, la energía hidroeléctrica constituye poco más de la mitad, con un 6.28%, mientras que la energía eólica y solar suman en conjunto casi un 5%, distribuidos en un 2.61% y un 2.38%, respectivamente.
Para incrementar la generación de electricidad baja en carbono, Egipto podría observar y aprender de países que han tenido éxito en la expansión de estas fuentes de energía. Por ejemplo, los casos de Francia y Eslovaquia, que generan el 67% y el 60% de su electricidad de energía nuclear, respectivamente, son ejemplos a considerar. Además, Emiratos Árabes Unidos, que comparte ciertas similitudes regionales y climáticas con Egipto, ha logrado generar un 20% de su electricidad a partir de fuentes nucleares. En cuanto a energía eólica y solar, países como Grecia y Yemen, con un 22% y 20% de solar respectivamente, demuestran cómo regiones con altos niveles de radiación solar pueden optimizar este recurso. Siguiendo estos ejemplos, Egipto podría invertir más en infraestructura y tecnología para expandir su capacidad de generación baja en carbono y reducir su dependencia de los combustibles fósiles, lo cual también mejoraría su impacto ambiental reduciendo emisiones de gases de efecto invernadero.
Históricamente, los cambios en la generación de electricidad baja en carbono en Egipto han sido variados. Durante finales de los años 80 y la década de los 90, se vivieron fluctuaciones en la generación de energía hidroeléctrica, con aumentos y disminuciones sucesivas. Particularmente destacables son las notables adiciones en 1999 y 2007, con incrementos de 1.3 y 1.4 TWh respectivamente. A partir de 2014, la energía eólica experimentó un ligero descenso, pero desde 2015 en adelante, se observó un repunte considerable, especialmente en 2019 cuando se sumaron 2 TWh. Paralelamente, la energía solar comenzó a ganar protagonismo a partir de 2019, con un incremento destacado de 3 TWh en 2020. Estas tendencias muestran un interés creciente en diversificar la matriz energética hacia soluciones más sostenibles y limpias en las décadas recientes.