En el año 2009, el consumo de electricidad en el Sahara Occidental era notablemente bajo, con una gran mayoría proveniente de combustibles fósiles. La cantidad de electricidad generada era casi nula en términos de bajas emisiones de carbono, lo que resalta una fuerte dependencia de fuentes como el petróleo y el gas. Esto contrasta significativamente con el promedio mundial de 3813 vatios por persona. La producción eléctrica inadecuada no solo limita el desarrollo económico, la infraestructura y el bienestar humano, sino que también impide al país avanzar hacia un futuro más sostenible y menos dependiente de combustibles altamente contaminantes.
Para el Sahara Occidental, incrementar la generación de electricidad baja en carbono es crucial. Países como China han demostrado un éxito impresionante al invertir masivamente en energía eólica, generando 992 TWh, y energía solar, alcanzando 834 TWh. De manera similar, India ha fortalecido su producción solar significativamente, llegando a 134 TWh, mientras que Brasil ha incrementado su energía eólica hasta 108 TWh. El Sahara Occidental podría aprender de estas experiencias exitosas e impulsar una transición hacia fuentes sostenibles, como la solar y la eólica, para diversificar sus fuentes de energía y reducir su dependencia en combustibles fósiles.
Mirando hacia atrás en la historia, la generación de electricidad baja en carbono en el Sahara Occidental no ha experimentado cambios significativos. Durante las últimas décadas, la región ha mostrado un avance casi inexistente en cuanto a la incorporación de tecnologías limpias. Esta falta de progreso podría estar limitando su capacidad de desarrollar una infraestructura energética resiliente y moderna que apoye el crecimiento económico y la reducción de las emisiones de carbono. Para que el Sahara Occidental mejore su panorama energético, es indispensable aprender de las naciones que han logrado una expansión efectiva de su capacidad de generación baja en carbono.