En 2009, el consumo de electricidad en el Sahara Occidental era notablemente bajo, con menos de 100 vatios por persona. Esta cifra es considerablemente inferior al promedio mundial de 3606 vatios por persona, indicando una capacidad muy limitada para cubrir las necesidades eléctricas de la población. La generación de electricidad dependía en su mayor parte de combustibles fósiles, con una contribución casi nula de fuentes de energía baja en carbono como la energía nuclear, la solar o la eólica. La falta de electricidad generalizada puede llevar a efectos adversos significativos, como un acceso restringido a servicios básicos de salud y educación, un crecimiento económico disminuido y problemas de calidad de vida, ya que la infraestructura esencial depende en gran medida de un suministro eléctrico adecuado.
Para incrementar la electricidad baja en carbono, el Sahara Occidental podría tomar ejemplos de otros países. La República Popular de China ha avanzado notablemente en la generación de electricidad mediante energías eólicas y solares, lo que demuestra que las inversiones en estas tecnologías pueden impulsar rápidamente la producción de electricidad limpia. De manera similar, Brasil ha mostrado un desarrollo significativo en energía eólica. Asimismo, la experiencia de naciones con condiciones geográficas comparables puede ofrecer ideas útiles; por ejemplo, los avances en energía solar en la India subrayan el potencial inherente a la adopción de paneles solares en regiones soleadas como el Sahara Occidental. Estos ejemplos resaltan la importancia de establecer marcos políticos sólidos y de asegurar inversiones en infraestructura, elementos clave para fomentar el uso de energía limpia.
A lo largo de la historia, el Sahara Occidental no ha mostrado un crecimiento notable en su generación de electricidad baja en carbono. Desde las décadas pasadas, no ha habido registros significativos de adiciones en este tipo de generación eléctrica, lo cual refleja una falta de enfoque y recursos en el desarrollo de estas tecnologías limpias. A diferencia de otras regiones que han adoptado agresivamente la energía nuclear, eólica y solar para proporcionar a sus habitantes una fuente estable de electricidad, el Sahara Occidental necesita comprometerse con un plan energético estratégico a largo plazo que priorice la sostenibilidad y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, adaptándose a las condiciones locales específicas que le permitan explotar su potencial en estos sectores.