22% de la energía eléctrica generada a nivel mundial proviene de Gas

El gas es una forma de energía que se deriva de los combustibles fósiles. Se produce durante la descomposición de la materia orgánica debajo de la superficie terrestre, y se recoge en lugares llamados pozos de gas. Esta fuente de energía es ampliamente utilizada en todo el mundo gracias a su alta disponibilidad y a su capacidad para generar energía de manera eficiente.

Para generar electricidad con gas, el gas se quema en una turbina de gas para producir electricidad. El calor que se genera durante este proceso también se utiliza para hacer funcionar una turbina de vapor, lo que a su vez genera más electricidad. A este tipo de plantas de energía se las conoce como plantas de ciclo combinado, y son muy eficientes desde el punto de vista energético.

Sin embargo, el uso de gas como fuente de energía tiene varias desventajas. La más acentuada está relacionada con la intensidad de carbono del gas. Con una media de 490 gCO2eq/kWh, es mucho más alta que las fuentes de electricidad baja en carbono. Por ejemplo, la energía eólica y la nuclear tienen una intensidad de carbono de 11 y 12 gCO2eq/kWh respectivamente, y la solar tiene una intensidad de carbono de 45 gCO2eq/kWh. Claramente, estas fuentes de energía son mucho menos contaminantes y más sostenibles en términos de emisiones de CO2.

Además, la quema de gas genera contaminación del aire. Esta no solo provoca graves problemas de salud, sino que también contribuye a la degradación ambiental. El aire contaminado puede causar problemas respiratorios, agravar las afecciones cardíacas y contribuir a otros problemas de salud. Este no es el caso de la energía eólica, nuclear y solar, que son fuentes de energía limpias y renovables que no producen emisiones dañinas.