En el año 2024, el consumo de electricidad a nivel mundial se distribuye entre fuentes dominantes de energía fósil y una notable contribución de electricidad baja en carbono. Los combustibles fósiles siguen siendo la fuente principal, representando poco más de la mitad (59.13%) del total de la generación de electricidad, con el carbón y el gas a la cabeza, generando el 34.35% y el 21.99%, respectivamente. En cuanto a las fuentes bajas en carbono, éstas representan casi el 41% del total de la generación eléctrica. Dentro de este grupo, la energía hidroeléctrica constituye aproximadamente el 14%, mientras que la energía nuclear proporciona alrededor del 9%. La energía eólica y solar también tienen una presencia significativa, generando cerca del 8% y 7%, respectivamente. Finalmente, los biocombustibles contribuyen con una fracción menor al 3%, consolidando su rol secundario en la matriz energética actual.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, el mundo puede tomar ejemplos de países que han conseguido niveles altos de producción mediante ciertas tecnologías. Francia se destaca con un notable 68% de su electricidad proveniente de la energía nuclear, seguida por Eslovaquia y Ucrania con un 62% y 55%, respectivamente. Mientras tanto, Dinamarca ha demostrado que la energía eólica puede dominar la generación eléctrica, cubriendo el 52% de su demanda. Además, el éxito de países como Irlanda y el Reino Unido en el uso eficiente de la energía eólica, cada uno generando alrededor de un tercio de sus necesidades energéticas mediante esta fuente, subraya la viabilidad de invertir en tecnologías de viento y solar. Aprender de estos modelos exitosos y promover políticas estratégicas de inversión y desarrollo en nuclear, eólica y solar será clave para reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
El recorrido histórico de la electricidad baja en carbono muestra un crecimiento considerable con el paso de las décadas. En los años ochenta, la energía nuclear experimentó aumentos significativos, con un notable incremento de 217 TWh en 1984 y 291 TWh en 1985, destacándose como una fuente clave de electricidad limpia. Sin embargo, en 2011, se observó un descenso en la producción nuclear, disminuyendo en 174 TWh, lo que marcó un periodo de estancamiento momentáneo. A pesar de esto, las energías eólica y solar han acelerado su crecimiento recientemente. Desde 2017, estas tecnologías han aumentado de manera notable, con la energía eólica creciendo 217 TWh en 2023, y la solar casi alcanzando los 500 TWh en 2024. Este impresionante avance señala el camino hacia un futuro más sostenible, donde la expansión de la energía baja en carbono juega un papel crucial en la batalla contra el cambio climático y la contaminación del aire.