En el período de noviembre de 2023 a octubre de 2024, el mundo ha experimentado un considerable consumo de electricidad derivada de combustibles fósiles, representando más de la mitad del total, con un 58.85%. Dentro de esta categoría, el carbón lidera con un 34.74%, seguido del gas con un 21.66%, mientras que el petróleo y otros combustibles fósiles no especificados aparecen menos significativos. En contraste, la electricidad baja en carbono, que abarca fuentes limpias como la energía nuclear, hidroeléctrica, eólica y solar, representa un 41.15% del consumo mundial. La contribución de la energía hidroeléctrica es la más alta dentro de esta categoría, con casi un 15%, seguida por la nuclear con un poco más del 9%, y la eólica y solar contribuyendo con un 8.36% y 6.77%, respectivamente. A pesar de estos avances en las fuentes de energía baja en carbono, aún existe una notable dependencia de los combustibles fósiles, lo cual tiene implicaciones significativas para el cambio climático y la contaminación del aire.
Para aumentar la generación de electricidad baja en carbono, el mundo puede aprender de los países que han logrado integrar con éxito tecnologías sostenibles en su matriz energética. Francia y Eslovaquia, por ejemplo, generan un 68% y 60% de su electricidad a partir de fuentes nucleares, respectivamente, demostrando la viabilidad de esta tecnología como una fuente de energía segura y limpia. Dinamarca destaca por la energía eólica, generando un 59% de su electricidad mediante este recurso. La inversión en infraestructura nuclear y eólica permite a estos países reducir efectivamente su dependencia de los combustibles fósiles, contribuyendo significativamente a la reducción de las emisiones de carbono. Siguiendo sus ejemplos, las naciones pueden diversificar sus suministros de electricidad aprovechando la adopción de tecnologías limpias como la nuclear, eólica y solar.
Históricamente, se observan cambios notables en la generación de electricidad baja en carbono a lo largo de las décadas. En los años 1980, la energía hidroeléctrica experimentó un crecimiento significativo, como lo muestra el aumento de 241.8 TWh en 1980. La energía nuclear también mostró un fuerte crecimiento en 1984 y 1985 con incrementos de 216 TWh y 290.9 TWh, respectivamente. Sin embargo, en 2011 se registró una reducción significativa en la generación nuclear, con una caída de 173.6 TWh, lo que subraya la importancia de continuar apoyando y expandiendo esta tecnología segura. En las últimas décadas, la electricidad generada por la energía eólica y solar ha aumentado notablemente, con un incremento combinado de más de 500 TWh entre 2021 y 2023. Este auge resalta la capacidad de estas fuentes limpias para satisfacer de manera eficaz la creciente demanda mundial de electricidad sostenible. Para asegurar un futuro energético seguro y limpio, es fundamental continuar potenciando estas fuentes de energía baja en carbono.